La vida no necesita mi permiso para expresarse...
Pero yo necesito dárselo para sentirla y vivirla.
Permiso para escuchar lo que escucho, ver lo que veo, contarme lo que me cuento... sentir lo que siento.
En el permiso me hago consciente, porque no me resisto, porque lo que era rechazado es atendido... y en ello vivido.
Así dejo de rechazar la vida para empezar a vivirla...
Atendiendo el miedo o el dolor que escondía mi rechazo...
Y desapareciendo el conflicto que éste generaba.
En un respeto a la vida...
En el que experimento paz... Independiente de la circunstancia o emoción.
En una aceptación que no es resignación...
Ya que dejo de reaccionar, sí... y por ello puedo actuar...
Libre de mi rechazo, de mi interpretación... Libre de conflicto.
Ofreciendo paz a mi sentir y al contexto... en una mirada constructiva, creativa, transformadora... Expresión de amor... y vida.
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